Estar sentado en tu casa, ponerte un casco, conectar con un amigo o con un compañero de trabajo y que te transmita sus ideas y pensamientos de manera instantánea y directamente a tu cerebro a través de Internet es una realidad en la que ya están trabajando los neurólogos. De hecho, ya hace un año que se presentó una primera prueba en la Universidad del estado de Washington, en Estados Unidos.
De momento, solo pueden transmitir entre cerebros órdenes simples, movimientos sencillos de una mano. Nada demasiado complejo.
Pero el hecho de que sea posible transmitir ondas cerebrales a través de Internet y que la prueba haya podido replicarse sin que los participantes estuvieran especialmente entrenados abre la puerta a usos mucho más complejos y útiles. Los investigadores han hecho públicos este mes sus últimos avances en la revista Plos One.
Recientemente otro equipo, esta vez con financiación española, realizó una experiencia similar organizada desde la empresa Starlab, en Barcelona y también publicada en PlosOne. En este caso se enviaron datos encriptados desde la ciudad de Thiruvananthapuram, en la India, a Estrasburgo, en Francia. Se trataba de mandar mensajes codificados en binario mediante impulsos. Los mensajes eran sencillos, palabras como ‘hola’ y ‘ciao’, pero se consiguió transmitirlas correctamente a sujetos que estaban en aislamiento sensorial, para evitar interferencias. Además se tuvo cuidado de hacerlo de manera segura y sin usar tecnologías invasivas. El mismo objetivo que buscan en la Universidad de Washington.
En el estudio de Washington han participado seis personas en el estudio, cada una de ellas separada de los demás en distintos edificios.
“El nuevo estudio trae el paradigma de la interfaz cerebro a cerebro de una demostración inicial a algo que está cercano a una tecnología realizable. Ahora hemos replicado nuestros métodos y sabemos que pueden funcionar de manera fiable con participantes sin preparar”, explica uno de los autores del estudio, el profesor de psicología e investigador especializado en neurología Andrea Stocco.
De momento, la fiabilidad del sistema también es limitada y tuvo muchas variaciones, con un éxito de entre el 25 y el 83%.
Para el estudio se utilizó un videojuego sencillo.
Los participantes se dividieron en tres parejas, de emisores y receptores, que estaban situadas en edificios distintos, a algo menos de un kilómetro de distancia unos de otros. Los primeros tenían que jugar a defender una ciudad del ataque de los piratas disparando un cañón. Pero quienes tenían el ratón para dispararlo estaban en el otro edificio.
Los emisores tenían que pensar en realizar el movimiento y esa onda se transmitía vía Internet a un estimulador magnético transcraneal que estaba situado sobre la zona del cerebro que rige los movimientos de la mano. Las ondas del emisor se leían mediante un lector de encefalogramas que mandaba la información de las ondas cerebrales al segundo participante, que movía involuntariamente el dedo para accionar el ratón.
El reto de los investigadores está ahora en conseguir que la información que se envíe sea más compleja. Ser capaces de transmitir conceptos, pensamientos, reglas, o ideas. El objetivo final es que se pueda llegar a compartir información importante, por ejemplo entre los miembros de un equipo, sin recurrir al lenguaje hablado. Pero esto este objetivo es todavía muy lejano.
Bablofil
24 marzo, 2017 at 11:09 pm
Gracias, gran artículo.